lunes, 22 de marzo de 2010

EL CALENDARIO

"Dueño y señor" de años,
meses, semanas y días

¿Quién nos puede asegurar que acabamos de despedir el año 2006, y no el 2007 o el 2008?

Para llegar a algo tan sencillo como acercarse a un calendario para saber en qué día vivimos, científicos de todos los tiempos han tenido que corregir algunos errores y superar una que otra complicación.



El concepto del calendario se remonta a los pueblos primitivos, cuando su estructura se basaba únicamente en la salida y puesta del Sol, las fases de la Luna, las estaciones u otros ciclos de la naturaleza.

Pero la palabra "calendario" es posterior, de origen latino, y designaba el primer día de cada mes romano o Kalendas, formado por un conjunto de normas destinadas a la división del tiempo en períodos regulares y a poder fijar la fecha de ocurrencia de un hecho en relación con un origen determinado.

Actualmente, en la mayor parte de los países se usa el Calendario Solar. Se entiende por Calendario al conjunto de normas que permiten una máxima coincidencia del año civil con el año trópico. El año solar se toma por su relación con las estaciones del año.

El año solar o año trópico es el tiempo que toma la Tierra para hacer dos pasos sucesivos, por cualquiera de los equinoccios. Es tambien el tiempo de referencia del calendario actual y tiene un valor calculado de 365,2422 días.

De hecho, todas la dificultades del Calendario Solar radican en que la duración del año trópico no es un número exacto de días, sino que es igual a 365,24219879 días medios, con una disminución de aproximadamente medio segundo por siglo.

Los Mayas desarrollaron tres calendarios:

- Uno de 365 días con 18 meses de 20 días, adicionando 5, los cuales eran considerados de mala suerte.

- Un año sagrado de 260 días, inventado por los Zapotecas hacia el año 1000 a.C., que se usaba para planear la guerra, ofrecer sacrificios a los dioses y adivinar el futuro. Estaba relacionado con los ciclos de Venus.

- Los dos anteriores se unían en otro, llamado el calendario "cerrado" o "redondo" que se cumplía con ciclos de 52 años. La terminación de este ciclo se esperaba con bastante temor pues podía suceder que el Sol no volviera a salir.

Como la medida del tiempo se basa en la repetición períodica de fenómenos astronómicos, los elementos fundamentales en los diferentes calendarios son el día, la semana, el mes y el año. De ellos, la semana es el más antiguo y el menos astronómico.

Según se tomen como elemento de referencia el Sol, la Luna o ambos, se tendrá el Calendario Solar, basado en la posición del Sol sobre el horizonte en su salida y puesta; Lunar, en relación a las fases de la Luna; y Lunisolar, que trata de combinar los dos anteriores.

Origen y evolución del calendario

En términos generales, el calendario solar dura 365 días, y el lunar 29.5.

Los babilonios iniciaron el uso del calendario lunar y descubrieron el ciclo metónico en el año 432 a.C, llamado así en honor al astrónomo griego Meton, quien descubrió que las fechas de las fases de la Luna se repetían exactamente luego de un período de 19 años.

En el norte de Europa, los celtas se regían por un calendario lunar, en el que la unidad de medida no era el día, sino la noche.

Por su parte, los egipcios optaron por el calendario de 365 días y un cuarto, cuyo inicio coincide con el 1 de enero.

De hecho, ellos son los precursores directos del calendario moderno que ahora usamos, pese a que en América, antes de la Conquista, los Mayas ya se regían por un calendario solar extraordinarimente exacto (ver recuadro).

Así las cosas, el calendario solar es el más difundido y el que más se usa actualmente.

Nuestro calendario actual fue adaptado en primera instancia por Julio César, a partir del Egipcio (este fue el calendario Juliano), quien eligió el inicio del año de una manera bastante arbitraria: modificó el calendario romano antiguo de 355 días que comprendía 10 meses, y decidió iniciar el año el 1 de marzo, aniversario de la fundación de Roma, en el 753 a.C.

Tenía 365 días, con algunos meses de 30 días y otros de 31, más un día suplementario cada cuatro años (el año bisiesto), en febrero, debido a que era el último mes del año romano.

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